Para mí Lekes es serenidad, ternura, paciencia (infinita paciencia para acompañar a veinte corazoncitos libres cada día con una sonrisa de oreja a oreja), portadora de sueños e ilusiones. A mi compañera y amiga, uno de esos fueguitos que alumbran la vida de aquel con el que se encuentra a su paso, le dedico este cuento de Eduardo Galeano.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Un hombre del pueblo de Neguá pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso –reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. Nos hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario